viernes, 14 de diciembre de 2012

"El Anticristo"

Friedrich Nietzsche (1844-1900) es uno de los grandes mitos de la cultura occidental. Su pensamiento ha traspasado tanto las fronteras nacionales como las disciplinarias, y sus repercusiones han llegado hasta los ámbitos de la religión, el psicoanálisis, la historia, el arte. Quizás por esto mismo ha sido y sigue siendo uno de los filósofos peor comprendidos. Existe, así, una suerte de leyenda de Nietzsche, que ha producido, entre otras cosas, una flagrante ficción que opaca en muchos casos las ideas del propio autor. Nacido en Rócken (Sajonia), hijo y nieto de pastores protestantes, Nietzsche dedicó gran parte de su obra al cuestionamiento de la religión y su secularización en la filosofía y la moral, partiendo de una perspectiva afirmadora de la vida. En su sostenido trato con la religión, manifestó una marcada hostilidad frente al cristianismo, al que caracterizaba como una moral de esclavos, producto del resentimiento de los débiles contra los fuertes. Así, la moral cristiana y la metafísica platónica y cristiana se presentan como dos de los objetivos más recurrentes de sus ataques. El Anticristo fue escrito en el final del verano de 1888 y en el comienzo del otoño. Este polémico texto pudo ser redactado rápidamente gracias al material acumulado para La voluntad de poder. En función de las vicisitudes ocurridas a partir del derrumbe intelectual de Nietzsche, el manuscrito no vio la luz hasta fines de 1894, año en que fue publicado por el Archivo Nietzsche.


"El Anticristo"
Friedrich Nietzsche
ISBN: 97895098022
Editorial Losada, 2010
























En la introducción, el filósofo anuncia que se dirige a una minoría capaz de comprender («Este libro está hecho para muy pocos lectores. Puede que no viva aún ninguno de ellos. Esos podrían ser los que comprendan mi Zaratustra: ¿acaso tengo yo derecho a confundirme con aquellos a quienes hoy se presta atención? Lo que a mi me pertenece es el pasado mañana. Algunos hombres nacen póstumos»). La ética de Nietzsche en este último periodo está íntimamente ligada a la voluntad de poder.

En definitiva, el hombre que guía su vida según la voluntad de poder (el superhombre), es un hombre que intenta siempre superarse a sí mismo, mejorarse en todas sus facetas, etc. No tiene en cuenta lo que los demás piensen o digan de él, se enfrenta a la vida y asume la realidad, procura vivir de una manera tal que si tuviera que vivir de nuevo infinidad de veces esa misma vida, sea feliz al hacerlo. Es un hombre libre que repudia el vicio, que es debilidad y esclavitud.

Nietzsche identifica en el cristianismo todo el mal social, por cuya causa el mundo sufre, y el mal moral, que oprime al hombre. San Pablo  utilizó a las masas y oprimidos para tomar el poder, y del mismo modo actúan los socialistas en la época en que Nietzsche escribe. A estos, como sobre todo a los anarquistas, el filósofo los considera —peyorativamente— como nuevos cristianos auténticos. El cristianismo ha construido y explotado en beneficio propio una  metafísica del «mundo detrás del mundo», que es el origen profundo de movimientos tan alejados temporalmente como el Romaticismo y el Idealismo.

Schopenhauer, al que durante su juventud Nietzsche había escogido como maestro, no sería en el fondo más un enemigo de la vida, un cristiano (la noluntas, la negación de la vida como praxis del nihilismo).  Hegel y Schopenhauer son sólo las dos caras de la misma moneda. Y también el nuevo rumbo deAlemania, dominada por el nacionalismo y la xenofobia, es producto del poder de la masa, de la moral del rebaño inducida por una educación cristiana bimilenaria. Todo esto no son sino diversas manifestaciones de un mismo fenómeno, diferentes síntomas de un mismo malestar o enfermedad que empezaba a resultar asfixiante para el filósofo.


A fin de cuentas, el único verdadero cristiano habría sido Jesucristo, y la religión fundada posteriormente por los padres de la iglesia, irónicamente, nada más que una labor de deconstrucción, de traición y de malinterpretación del sentido originario encarnado por Jesús. El Cristo de Nietzsche, cuya figura real, histórica, intenta establecer leyendo entre líneas en la Escrituras, sería para Nietzsche un caso de degeneración mórbida de los instintos perfectamente repetible en todas las épocas y lugares como «tipo» humano, y de hecho lo compara con el protagonista de El idiota, novela de Dostoievski.

El análisis de las Escrituras considera en fin toda una serie de episodios y frases de la  Biblia que evidenciarían la voluntad de las castas sacerdotales judías de mantener alejado al hombre del saber, alimentando falsedades y supersticiones, como medio más efectivo para conservar el poder. Una religión como el budismo sería, en comparación, mucho más realista y «sano» que el cristianismo, en la medida en que no pretende enseñar la lucha contra el pecado sino contra algo mucho más real, en última instancia, como es el dolor.

Hacia el final del libro, habla del Código de Manú, uno de los textos sagrados del hinduismo(que Nietzsche había leído hacía muy poco tiempo) como ejemplo de legislación modelo de una civilización aristocrática estructurada en castas. Como colofón, promulga la «Ley contra el cristianismo» («Dada en el día de la salvación, en el día primero del año uno (— el 30 de septiembre de 1888 de la falsa cronología»),  lista de siete preceptos para liberarse de la influencia degeneradora de la religión cristiana y todas sus manifestaciones.



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