miércoles, 12 de septiembre de 2012

"Los lamentos"


Con motivo de los 150 años del nacimiento de Jules Laforgue (Montevideo, 1860 – París, 1887), se publica, finalmente, una edición bilingüe completa y exenta en castellano de Los Lamentos (Les Complaintes), su primer libro de poemas, en versión del poeta y estudioso laforguiano Andrés Echevarría.

Las invenciones linguísticas, la originalidad de sus rimas, el estilo irónico, burlón y descarnado fueron la piedra de toque para que el simbolismo de Laforgue se abriera un hueco tan personal como necesario entre las obras de sus contemporáneos (Rimbaud, Verlaine, Mallarmé, Lautréamont) y haya quedado como uno de los referentes de la poesía moderna.

Escribo pequeños poemas fantásticos con un solo objetivo: mostrarme original a cualquier precio.” J. L.



"Los lamentos"

Jules Laforgue
ISBN: 9789974687264
HUM
256 págs




"Lamento de otro domingo"

Era un paisaje de octubre con viento, 
que golpea, hoy domingo, la ventana 
y su celosía de estilo ya fuera de uso, 
de la que cuelgan un par de polainas 
manchando el paisaje, con siluetas blancas. 

Un ocaso mal hecho que expone lo lívido; 
el rincón de una lavandería de sucias tejas; 
en medio, Val-de-Grâce preside y se muestra; 
cinco árboles juguete de algunas ráfagas 
vetean un cielo inundado de vendas. 

Luego, esqueletos de glicinas deshilachadas 
presas de ráfagas más sosegadas. 
¡Oh días monótonos!, ¡oh fragmentos de tela! 
Bastante muestran las glicinas 
enroscando su agonía en las hebras. 

¡Ah!, ¿qué es lo que hago aquí, en este aposento? 
Versos. Y más tarde, ¿qué? ¡Sórdida babosa! 
¡Cómo! La vida es una, y tú, bajo esa escafandra, 
te repites siempre con eternos cuentos. 
¿Siempre habrás de ser quien vigile esta estancia? 

Fue un paisaje de octubre al viento... 



"Lamento del feto del poeta"

Débilmente dije yo: ¡Adelante, 
a desgarrar la noche viscosa de raíces, 
a través de mi madre, amor de albúmina, 
hacia lo más claro! ¡Hacia el blanco y rico tamiz 
de un sol naciente! 

—A cada uno le llega su turno; a mí el de emanciparme, 
¡irradiando desde el Limbo mi ser inédito! 

¡Adelante! 
¡Salvado de las estepas mucosas, a nado, 
amamantado por el Sol, ebrio de leche dorada, babeando, 
a escuchar arrullos en los senos suaves de estas nubes,
sabias viajeras! 

—En el sueño que tú quieres, allá abajo, ¡viviré en la falsa 
fatalidad de un alma, aventado en frescura de faldas! 

¡Adelante! 
¡Arrullos sobre la leche cuajada de buenas nubes 
en la mano de Dios, azulada, a los mil ojos vivientes 
en el país del vino que nos miente! 
¡Valor! 
Allí, allí, ya me desprendo... 

—Y comulgaré con la frente hacia Oriente, 
bajo la especie de besos inconscientes. 

¡Adelante! 
¡Golpea, cristal de la noche!, ¡filtra, sol consistente! 
¡Adiós, selvas de acuario que, incubándome, 
habéis puesto cual crisálida este germen! 
Pero..., ¿tengo frío? ¡Adelante! 
¡Ay!, madre... 

Vos, Señora, amamantad lo más posible 
a éste, lo más Solo de vos, a este enfant terrible. 


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